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Espacio de estudio e intercambio

sábado, 29 de marzo de 2014

¿Qué son las adicciones? Lic Inés Iturralde

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¿Qué significa la palabra Adicción?

La palabra adicción está en relación a lo “no dicho”.

La persona sufre una dependencia a una substancia ó a un hábito dañino.

¿Qué relación tiene con la libertad?

Las adicciones afectan la vida del individuo tanto en lo social como en lo personal.

Cuando la persona que sufre de adicción, intenta salir del círculo de la dependencia compulsiva, es tomado por la ansiedad y como le cuesta tolerarla cae en su adicción nuevamente.

Las adicciones pueden variar, desde la adicción al sexo, pornografía, internet, televisión, relaciones personales, trabajo, alcoholismo, drogas, hasta tabaco etc.

Todo esto provoca en el organismo a nivel psicofisiológico una dependencia que modifica el comportamiento por la necesidad imperiosa de consumir una sustancia ó caer en un hábito perjudicial.

La conducta impulsiva quiere realizar algo que es contrario a la voluntad del individuo. El yo es seducido.

¿Qué es eso no dicho en la A-dicción?

La palabra tiene la función de comunicar a la otra persona, algo con sentido.



¿Qué ocurre cuando esta tarea no se cumple?

Se genera un ambiente caótico alrededor de ese niño ó joven.

¿Cuándo el niño ó el joven viven en un ambiente dónde lo que se dice no coincide con lo que se hace, donde hay abusos verbales, emocionales y hasta físicos, dónde las preguntas no son contestadas por los adultos, dónde en nombre de no coartar la “libertad del individuo” se deja a los jóvenes muy solos, dónde hay carencia de ideales en la sociedad, dónde lo que importa es el “tener” y no el “ser” propio de la época materialista en que vivimos, el joven se queda sin respuestas para poder comprender lo que ocurre a su alrededor.

Pero él no es capaz de comprender las conductas perversas a su alrededor en un momento evolutivo dónde todavía se está educando. El joven busca en ese momento algo que alivie su dolor, vacío, su necesidad de entender el mundo.

Las drogas, el cigarrillo, la compulsión en las comidas, el sexo etc. son maneras de lidiar con estas emociones, el vacío y el aburrimiento. Tienen la propiedad de dar una satisfacción artificial y rápida. Todo esto genera un estado de “embotamiento, amortiguamiento de la consciencia y felicidad”.

El efecto que producen estas sustancias y las conductas adictivas son un “regalo seductor” por el cual, el cuerpo físico-vital y el cuerpo anímico (alma) va cayendo en una dependencia y se va instalando poco a poco en el interior el “deseo urgente” de satisfacer esa demanda.

Este “necesito” se va convirtiendo en una dependencia física y una sumisión emocional.

La víctima de esta conducta adictiva va perdiendo su libertad por un “fugaz momento” de felicidad y comienza a creer que ya no puede vivir sin “eso” que es una “cosa”. Todo esto parece un sutil “lavado de cerebro”.

¿A quién sirven estas conductas que se van instalando subrepticiamente en el individuo? A un sistema consumista y materialista.

¿Cómo podemos transformar las fuerzas de las conductas adictivas?

Por lo pronto hay que reconocerlas y estudiar su naturaleza.

¿En qué situación vital estaba cuando se originó esta conducta adictiva? ¿Cuántos años tenía? ¿Qué emociones tapaban? ¿Qué pensamientos y sentimientos aparecían?

Actualmente ¿Cuándo aparecen? ¿De mañana, tarde, noche? ¿Qué situación lo despierta? ¿Qué efecto me provoca?

¿Qué conducta desarrollo cuando estoy bajo el efecto de la droga, sustancia o conducta adictiva?

Hay que “acordarse” que los efectos logrados son “prestados” es a consecuencia de una “sustancia externa”. No hubo un “trabajo interior” para lograr lidiar con la situación que a uno lo aflige. El individuo es pasivo, es tomado por el deseo urgente de lo que la sustancia le provoca. Es víctima de ese estado seductor.

Esta dependencia no es sin costo. El precio, dependiendo de la sustancia, significa la dilución del yo lo que implica una voluntad cada vez más débil o puede ser lo contrario, la concentración de la voluntad al servicio de lo material y de intereses egoístas con lo cual la persona se va debilitando en su vitalidad cada vez más.

La droga o sustancia está “en lugar del Yo”. Algo actúa sin que el yo lo quiera. Esto se observa cuando frecuentemente la persona se arrepiente de su conducta.

Lo que se pone en el lugar del yo, no tiene en cuenta los procesos de aprendizaje, las pausas, los respiros, la construcción de imágenes, conceptos y palabras.

Hay algo que tiene la cualidad de una fuerza natural que actúa con toda su potencia y el yo queda arrasado.

¿Cómo podemos lidiar con esto?

Lo que estas sustancias logran es que la persona entra a un “lugar agradable” sin habérselo ganado. Algo se obtuvo sin esfuerzo. De esta manera el ser humano se va volviendo cada vez más dependiente y pasivo.

Esto es parecido a cuando uno se acostumbra a comer comidas muy elaborados. La persona ya no puede apreciar lo más natural porque sus sentidos están embotados.

¿Cómo volver a lo esencial?

Hay algo que es original en el ser humano que es el anhelo por la patria espiritual, dónde él estaba antes de nacer y dónde volveremos luego de la muerte.

Podemos observar este anhelo en el ansia de conocimiento, ganas de saber cómo se relacionan los hechos en el mundo, cómo se hacen cosas y de qué manera yo aprendo eso.

Este anhelo cuando no es comprendido por los adultos que rodean al joven, dejan a éste solo con sus preguntas junto a la experiencia de un entorno que no es contenedor. Todo esto lleva al joven a buscar una vía rápida para calmarse y distraerse.

La persona dependiente, para superar esta situación tendrá que desarrollar una actividad interior, aprender qué significan los límites, lidiar con la frustración, tolerar los procesos.

Las adicciones tienen en sus redes a personas pasivas y sometidas a esa conducta patológica.

¿Cómo hacer para que la voluntad se despierte?

El trabajo artístico mueve la voluntad y va llenando el vacío del alma. Es un proceso lento, pero la persona poco a poco va descubriendo las leyes de la técnica para manipular ese arte y va descubriendo un orden, una estética, proporción, armonía, equilibrio etc. Va aprendiendo acerca del mundo.

Lo mismo cuando la persona trabaja la tierra y las plantas. Comienza a descubrir los procesos y a confiar en ellos. Desde un lugar diferente al de su juventud la persona empieza a encontrar respuestas.

En el tratamiento psicoterapéutico podrá elaborar los temas a partir de los trabajos artísticos, y adquirir imágenes y palabras que antes no estaban a disposición. De esta manera se va armando un tejido de pensamientos, los hechos comienzan a ordenarse y la persona comienza a comprender y tener más energía a disposición para hacer lo que tiene que hacer.

Para despertar la voluntad dormida abordamos también la formación de hábitos saludables. Por ejemplo en relación a la comida uno va introduciendo en el menú alimentos cada vez más sanos y de buena calidad. Este proceso va acompañado de imágenes que ayudarán a conformar un cuerpo más sano. El cuerpo más adelante irá pidiendo eso nuevo que lo nutre.

La repetición de las conductas nuevas, lentamente se van interiorizando y convirtiéndo en hábitos.

Trasladamos este ejercicio a otros ámbitos como por ejemplo el salir a caminar y contactarnos con la naturaleza, esto nos vitaliza.

Se puede también cambiar los hábitos en relación a lo cultural y elegir pasar el tiempo con cosas que son más verdaderas.

Hay que intentar ser activo por medio de un trabajo interior (no por medio de una sustancia externa) aunque al principio sea sólo un atisbo: crear algo como escribir, tejer, pintar, cocinar, trabajar la tierra, aprender un idioma, etc.

Para esto uno tiene que tener un “resto de energía libre” para aplicarla al cambio que se proponga. Este resto estará a disposición en la medida que tengamos una conducta en la formación de los nuevos hábitos. Lo que se repite finalmente se introduce en el cuerpo energético y la voluntad se vuelve más activa.

En las adicciones lo que se pierde es la voluntad, el ser humano se vuelve más pasivo, quiere todo “ya” y no tolera los procesos necesarios para que algo sea. La persona se evade de un vacío del alma. Aquí también el aburrimiento está muy presente.

Es importante el trabajo psicoterapéutico para poder trabajar las emociones y frustraciones, para descubrir y conectarse con esas nuevas imágenes que van enriqueciendo y vitalizando el alma, para comprender este mundo y a partir de allí construir un suelo firme donde pararse. El yo comienza a ser el jinete que domina las fuerzas animales del caballo.

El yo comienza lentamente a reconocerse, consolidarse, a volverse activo y a encontrar el camino del medio.

Lo “no dicho” de la adicción comienza a ser nombrado. Ya hay palabras para designar esas fuerzas, comienza un desapego y una objetivación de esa conducta dañina. Comienza a introducirse un espacio, un tiempo y una pregunta ¿quiero yo eso?

¿Si yo no lo quiero, quién lo quiere? Es esa conducta dañina, vieja, que está en mí,  la que quier "eso".

Pero yo no soy “eso” sin embargo llevo al yo a identificarse con “eso”. “Eso” necesita energía para vivir y continuar existiendo. Necesita muy poca energía. En general toma de nuestra energía cuando estamos distraídos o cansados. Es decir cuando no estamos “plenamente conscientes” sino con un estado de “consciencia onírica, semidespierta”.

Son fuerzas que no llevan al hombre a un buen puerto. Pero ellas existen para que el hombre se vuelva activo en su lucha contra ellas, desarrollando fuerzas interiores que están dormidas, no cediendo a sus seducciones y posibilitando la libertad en el hombre.

Lic. Inés María Iturralde
Bibliografía
 De la Normalidad a la Salud. Georg Kuhlewind
Etapas Evolutivas del Niño. Bernard Lievegoed
Buscando el Hilo de la Vida. Gudrun Burkhard 


 

3 comentarios:

  1. Se trata de fortalecer al yo que está merced de una actividad anímica desordenada.
    Una vez que uno comprende puede ir lentamente ejerciendo la voluntad para que la nueva conducta que queremos introducir se haga carne.

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  2. Mil gracias. Todo muy coherente y claro

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